viernes, 11 de marzo de 2011

Sin resignarse a empezar de cero...

Hoy le he pedido a mis recuerdos que vuelen lejos. Que me dejen a solas para contemplar extasiada la única lágrima que se balancea entre las puntas de mis dedos. Y han salido todos a regañadientes comprando el próximo ticket de vuelta.
Comienza mi embeleso.
Cien mil gotas de átomos multicolores.
Un mudo rumor que trae el mensaje de una Gran Guerra que llama con insistencia.
 Una película preciosa, con una gran banda sonora, con un final feliz, que me hace derrumbarme y estallar en mil pedazos apañándomelas para no salpicar sangre, porque los niños no pueden ver gore…
Y eres tan pequeño, aunque te consideres tan grande…

No hay una película para cada persona escrita o dibujada, ni tinta suficiente para que todos tengamos una novela.
Rusia, al fondo, llama con los labios entreabiertos, ávidos bebedores de destellos en los ojos de chicas holandesas que se ganaron el derecho a algo que valga la pena rememorar.

Me han dejado a solas con mi bonita lágrima los recuerdos…
Más quisiera.
¿Tú te acuerdas de cuando los días caían a cuentagotas,
de cuando no te daba miedo ser valiente,
de cuando había algo por lo que valía la pena esconderse?




Todo acaba, cariño. Tu momento está compuesto de Carpe Diems inmediatos. Todo acaba. Y lamentaremos una y mil veces lo injusta que es la vida, la cual esperará pacientemente a que acabe nuestra pataleta para cogernos el rostro y levantarlo con el fin de que podamos ver bien la sonrisa indiferente que nos dedica. Nadie dijo que fuera fácil y no, nadie dijo que estuviera bien, pero lo que es, es. Con todas sus incómodas consecuencias.

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