La mayoría de la gente convendría en que hace frío. Pero yo lo único que quiero son unos guantes, como excusa. Como seda japonesa arropando mis manos que hace tiempo se olvidaron del color morado, y como un cojín sobre el que apoyar los labios cuando hace, en teoría, frío.
Quiero que se me congelen los cabellos...
¡¡Quiero que las estrellas existan!!
Quiero llorar y que se me congelen las lágrimas.
¿Por qué todo el mundo tirita y se queja y se arropa?
Yo quiero buscar el calor de una respiración, como hacen los que esperan al amanecer, y al llegar... Se dan cuenta de que toda la noche tuvieron un cuerpo junto al suyo para dibujar espirales sobre su piel.
Quiero vivir en una nube densa como un sofá mullido.
Quiero tener horas y horas para no hacer absolutamente NADA.
Y quiero controlar el tiempo, hacer de mi mano un cuentagotas y desparramarlo, dejarlo caer, como arena en la playa que se diluye en los huesos de sabias y milenarias rocas. Volar, arrancar las hojas de los árboles, llegar al horizonte. Apartarlo, y saludar a los teloneros con una sonrisa de ceja a ceja.
Se van a enterar de quién soy yo.
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