viernes, 27 de mayo de 2011

Por un futuro: 360º hardflip

Flashes. Gritos. Una cámara me sigue los movimientos uno a uno y yo me siento vigilado, importante. Sé que todos me miran, pero yo también los miro a todos ellos y estamos en igualdad de condiciones.
Los jueces me miran con una cara impenetrable, excepto uno de ellos que me sonríe para darme ánimos. No sé si intenta ponerme más nervioso o no.
Me monté en el skate y tragué el nudo que tenía en la garganta. Tres, dos, uno... empieza la competición.
Mi primer movimiento fue un kickflip, el paso fallido. Blackside, Frontside shove-it. Por el rabillo del ojo vi formarse la palabra freestyle en los labios de uno de los jueces. Nollie, y les vi sacudir la cabeza.
Apreté los dientes. Nadie iba a decirle que no al freestyle y tomé el riesgo de hacer una gran, gran estupidez: 360º hardflip.

Tomé el impulso perfecto y me lancé hacia la escalera. Notaba la mirada de Candy a mi espalda, siguiendo la estela del mechón de su pelo que yo tenía amarrado en la muñeca. Una, dos, tres patadas al suelo para coger carrerilla. Impulso, presión atrás, salto, y... ¡SÍ!
- ¡Sí!- gritó el público a mi espalda. Lalo, mi buen compañero Lalo, se me echó encima y empezó a frotarme la cabeza con el puño. Palmadas de felicitación en la espalda, algún que otro insulto amistoso.
- ¡Lo conseguiste!- Candy se me subió encima de un salto y me rodeó la cintura con las piernas. Di un par de vueltas con ella encima para hacerla feliz y la besé, un beso que sabía a victoria.
- Ganarás- me aseguró, convencida-. No veo cómo no vas a hacerlo.

Le di un puñetazo y me quedé un buen rato así, postrado cara al suelo, derrotado. Mi skate estaba, boca arriba, unos cuantos metros más allá.
Levanté la cabeza. El juez de la sonrisa me estaba mirando con compasión y le estaba diciendo a su compañero que el freestyle era el más impredecible de los estilos, por eso pocas veces se admitían en competición.
Apreté los dientes. Si no había sido yo el que consiguiera que lo tomasen en cuenta, Lalo lo conseguiría. O la misma Candy.
O yo, otra vez.

martes, 24 de mayo de 2011

Ya huele a feria

Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente
 está demasiado oscuro para leer.
Groucho Marx.


jueves, 19 de mayo de 2011

Como alguien me mostró una vez...


"Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las ''íes'' a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, las que convierten un bostezo en una sonrisa, las que hacen latir el corazón ante las equivocaciones y los sentimientos."
— Pablo Neruda
Mueren aquellos que llaman desequilibrados a quienes cantan y ríen bajo la lluvia. Quienes prefieren tener el pobre pájaro en la mano a la ilusión de quizás ver mañana a cien volar. Mueren los que están convencidos de que son mortales. Mueren los que no temen a la muerte. Mueren, mueren, ¡mueren!
Mueren los que han olvidado que hubo una época en la que las calorías no existían. Mueren los que creen que existe todo y no desafían al verbo que precede a lo absoluto. Mueren los que no agarran el gallo ante un folio en blanco. Mueren los personajes secundarios que miran con envidia a la sonrisa con un vendedor de helados pegado. Mueren los que se equivocan pensando que están vivos. Mueren los que no aman algo a mil millones de kilómetros de distancia. Mueren los que viven en una sociedad con pautas. No es raro entonces, que la mayoría muramos.
"Yo no quiero alcanzar la inmortalidad por mi obra. Quiero conseguirla por no morir. No quiero vivir en la memoria de mis compatriotas. Preferiría vivir en mi apartamento."
— Woody Allen

Lógica de niño

Hay una canción para cada momento de nuestra vida.
Significa esto, que no somos exclusivos.
O, hay que tenerlo también en cuenta, es posible que seamos famosos y que nuestra historia sea mundialmente conocida.
O que todos seamos iguales.
O que todos seamos extraños.

Todos necesitamos que nos vuelvan a decir por primera vez que las zanahorias son buenas para la vista, siguiendo por la línea de que las espinacas te ponen fuerte para ser siempre el ganador al juego que más nos pide a gritos nuestro instinto, e incluyendo todo esto el enunciado de realidad anhelada pero nunca sincera:
"Las lentejas, si quieres te las comes, y si no, las dejas"

Quiero que todos necesitemos recordar que el nombre de María cinco letras tiene, jugábamos ya con hipérbatos gongorinos cuando el chaleco de lana picaba y PICABA (todo estaba dicho y la situación era inaceptable).
Tenemos entre las manos la palanca, estamos rodeados de puntos de apoyo, nos lamentamos asegurando que de verdad queremos mover el mundo...
¿Contaba Arquímedes con esta hipocresía?

Un sólo nombre

Y abro la boca para decirte mi nombre, pero me callas con un dedo y sonríes, diciendo que lo adivinarás por el color.
¿Qué color?
El color de las letras, explicas. En una palabra, cada letra tiene su propio color, su propia resonancia, miles de matices que la diferencian de la siguiente.
De acuerdo, respondo. Dibujo líneas en tu piel mientras pienso y empiezo a divagar.

“La primera es la primera, la que dices primero, la que más suena, una letra sorprendida y de color rojo”
“La segunda letra es larga, el tronco de un árbol que intenta alcanzar la luz más allá de las sombras”
“La tercera y la quinta son agudas, un sonido tan claro y débil como el tintineo del cristal”
“La cuarta es una cueva oscura y seca, que te engulle cuando intentas acercarte más de la cuenta”
“Y la última es la primera, también de un color rojo encendido. Más pequeña pero igualmente sonora”

Te dejo pensar mientras sigo dibujando sobre tu piel. Quizá es una adivinanza muy difícil, o simplemente te gusta hacerme esperar.
¿Alicia?, preguntas, vacilante. Mis carcajadas resuenan a nuestro alrededor.
Muy bien, te aplaudo. ¿Y tú?
¿Cómo te llamas?